La innovación y la inversión en tecnología son temas que dan poco de qué hablar en México y que representan apenas el 0,5% del PIB nacional, aun cuando la Constitución Mexicana establece que el gasto en este rubro debe de representar al menos el 1% del PIB. Aunado a esto, se calcula que por cada millón de mexicanos, existen tan sólo 30 investigadores en el país, por lo que hay una escasez de mano de obra calificada para llenar las demandas laborales de sectores específicos, donde se requiere de ciertas habilidades técnicas para llevar a cabo con eficacia las actividades necesarias.
Estos datos son un reflejo de la disociación entre la educación, la industria y la sociedad y de manera más particular, de la importante necesidad de ampliar el nivel de colaboración que tiene lugar entre las instituciones mexicanas en el ámbito de la transferencia de tecnología.
¿Qué entendemos por transferencia de tecnología? Este término se refiere al conjunto de actividades encaminadas a la difusión de conocimientos, experiencia y habilidades –es decir, la transferencia de capacidades– que puedan utilizarse para beneficio de la sociedad. Un ejemplo de transferencia de tecnología sería el desarrollo de una vacuna en un centro de investigación universitario cuya patente se transfiere –ya sea a través de una licencia u otros mecanismos legales– a una empresa farmacéutica para que su producción sea sustentable y pueda ayudar a mucha más gente. La transferencia de tecnología permite que la investigación no se quede en el cajón, sino que haya una aplicación real para el beneficio de otras personas.
Si bien México tiene un gran potencial para mejorar el proceso de transferencia de tecnologías entre gobiernos, universidades y otras instituciones para asegurar que los avances científicos y tecnológicos sean accesibles a un mayor número de usuarios mediante nuevos productos, materiales o servicios, su experiencia es todavía limitada en el sector.
En el British Council creemos que el camino hacia la innovación en México no sólo debe depende del financiamiento disponible, sino también de crear una cultura de la innovación a partir de la generación de actitudes y habilidades básicas. Además, se debe de fomentar este acercamiento entre universidades, centros de investigación, industria y sociedad, siendo las oficinas de transferencia de tecnología un agente crucial para lograr la cooperación interinstitucional.
Es por ello que, como parte de nuestra relación con la Secretaría de Economía, el British Council participó junto con la Secretaría de Economía, la empresa Baja Innova y expertos de la Universidad de Oxford en la capacitación de investigadores en habilidades básicas de transferencia de conocimiento, durante un encuentro llevado a cabo del 2 al 4 de noviembre en el marco del Congreso Nacional de la Red de Oficinas de Transferencia de Tecnología en Tijuana, B.C.
El proyecto busca ayudar a los investigadores basados en estas oficinas a tener un mejor entendimiento de los procesos de transferencia de tecnología que usan expertos del tema en el mundo, así como facilitar la incorporación de una política con principios éticos que sea tomada en consideración durante la ejecución de los proyectos de investigación y desarrollo en los que se involucren.
Existe una clara tendencia que apunta hacia la innovación como fuente de nuevos puestos de trabajo, y por eso debe haber una estrecha vinculación entre la investigación y la actividad económica del país para asegurarse de que México ofrezca productos y servicios de valor añadido de una manera sostenible. Esto sólo será posible con el compromiso por parte de los sectores públicos y privados para invertir en proyectos de ciencia y tecnología que demuestren ser eficaces. El reto para México es convertirse en una fuerte y dinámica "sociedad del conocimiento", y el British Council, a través del Fondo Newton, está comprometido con lograr el desarrollo de personal capacitado para enfrentar los retos de investigación, desarrollo e innovación que requiere nuestro país.